No puedo dejar de buscar en los altos de las paredes de adobe los avisos de ALIVIOL “el que alivia el dolor”
Y en las cantinas hace tres décadas que alguien se tomo la última Nobis Guinda.
El tren dejó de pasar, antes de que los actuales niños nacieran,
Y el vagabundo que mostraba su inmenso pene en la calle principal ya no tiene en su itinerario a esté pueblo.
Hasta se han olvidado de mi sobrenombre y desde que salí en los diarios, cuando me ausento me dan por muerto.
Sueños, vida trascurriendo en Peumo.
No hay despedida ni regreso,
Sigo yendo a la matineé los domingos
Y leyendo “El Progreso de Cachapoal que sale los jueves
E inquietándome con los ventarrones que parecen querer llevarse los paltos
Hacia la dirección de donde llegaron
Nada me saca, aquí sigo al margen del río y bajo la mirada del cerro Gulutren
En el que suelen escucharse las carcajadas del Diablo.