miércoles, 2 de noviembre de 2016

domingo, 16 de octubre de 2016

HISTORIAS EDILICIAS





HISTORIA EDILICIA I:
En la “esquina histórica” del pueblo, Alfredo Olmos trastabillo por enésima vez en los adoquines no afinados ,producto de la renovación patrimonial de la calle principal, se detuvo y levanto la mirada hacia el emblema del cristianismo que desde la punta más alta del cerro resguarda que don Sata no vuelva hacer de las suyas en la comarca -y sin darse cuenta como- se escuchó así mismo decir“cuando se jodió este pueblo”. Cerró la boca y por un momento pensó que más de alguien lo había escuchado, pero todo parecía en regla, el taxista seguía en su puesto de conducción a la espera de pasajeros, los transeúntes pasaban como si nada, entonces se escuchó el graznido del pavo real como única respuesta.
HISTORIA EDILICIA II
Celedonio Zapata como todos los días,  se adelantó  en despertar  al canto del gallo, hizo un rápido balance de los preparativos que había realizado la noche anterior para tener todo listo y dispuesto de modo asistir a muy temprana hora  a emitir su sufragio, evitándose  una espera tediosa. Cierto que a él, por su lugar en el panteón de los héroes de la patria no tendría mayores problemas, pues le permitirían saltarse la fila, pero eso  no estaba altura de su condición del último sobreviviente de los soldados de la Guerra del Pacífico del  pueblo  de los paltales y naranjales.
Su nieta,al  sentirlo ya haciendo los preparativos para salir, le preparo  un tazón de  té con miel y una paila de huevos así se aseguraba que no le fueran fallar las fuerzas, pues ya era considerado un milagro que se mantuviera en tan buen estado de salud a su casi 110 años de edad.  Como era de esperar al le gustaba ir solo y muy  engalanado  con el uniforme de parada que el Ejército de Chile se  encargaba de renovarle  cada tres años, le sumaba a ello,   todas las charreteras que le reconocían su heroísmo en las batallas.
Su andar lento  le permitía mantener un donaire  y también pensar en lo orgulloso que se sentía de poder ir elegir a  quien lo iba representar en el municipio.  En eso, él  ya tenía elegido desde hace mucho tiempo a su candidato, era lamentable que no pudiera alcanzar la alcaldía, pues el voto del campo lo manejaba los dueños de fundo y eso hacía que tuvieran la mayoría de los regidores, con todo la señora alcaldesa lo había hecho muy bien  era cosa de ir viendo como  todas las casas del  barrio Arboledas  en sus patios están adornadas de plantas y jardines,  y el pueblo era otro con el alcantarillado y sus calles pavimentadas.
“No podré  ver seguramente como Alcalde a mi candidato a Regidor, lastima es un hombre sencillo pero muy preparado y por sobre todo muy servicial” pensó, cuando ya por fin llegaba al lugar de votación,  el militar de la  guardia de la entrada,  se cuadro y le hizo el saludo de rigor. Paso  a la mesa N°1 y como siempre fue el primero en emitir el sufragio, sintió un flash, el anuncio de que la concurrencia con el sufragio de Celedonio Zapata era  noticia, tomo sin más el camino de regreso y saludo a los numerosos ciudadanos que se disponían a ir a las urnas. Se detuvo en la plaza y se sentó en un banco debajo de un frondoso peumo…en eso sintió el llanto de un bebe  que emergía desde un coche azul, y vio al diminuto jardinero municipal acercarse a la guagua y ponerle el chupe en la boca, se adueñó  de   lugar un silencio solo a ratos interrumpido por el canto de un zorzal.