sábado, 9 de abril de 2011

NUEVOS PEUMAS

Casi seis años después de "Los Peumas de Andrés" vienen los  "Nuevos Peumas" en una edición exclusiva para http://www.testimoniospeuminos.blogspot.com/. Agradeciendo la corrección ortográfica de mi amiga Eleana Llosa nuevamente me colaboro en ese menester tan necesario.


Nuevos Peumas

I.
El inmenso jazminero en flor es anuncio
de días que se extienden,
de más tiempo para jugar bajo el
manto protector de la nueva estructura del
parrón que el maestro Ortúzar construyó de acuerdo a lo que mi tía pidió.
Perfumes que me atan a la magia lúdica del patio que disuelven las horas.
Una tarde me caigo en el ya mítico triciclo ganador
por tomar con demasiada velocidad la estrecha curva entre el pasadizo en medio de los naranjos y el pasillo de lo que fue la vieja casa, al hospital se ha dicho. Un par de puntos es necesario que el doctor Urrutia me haga al interior de mi boca.


II.

Es semana santa,
y se me ocurre ser “el autor intelectual” de un robo,
en la vecina Casa Salinas dejan su caja sin llave,
así que animo a mis amigos convertidos en atracadores a  saltar la pandereta que al patio de la tienda sin ocupantes, los insto a sacar la mayor cantidad de
billetes de un escudo que los conozco, pues son la mesada que me deja papá.
Tras la rápida acción nos repartimos el botín, pero mi nana nos descubre
y nos obliga a devolver todo desde donde lo habíamos sacado.


III.

Otro día la Casa Salinas nos depara una vista
fraccionada de un coito tras el mostrador que nos
resulta muy ilustrativo.


IV.

Tras el cambio de local de la Casa Salinas,
se instala la Mueblería Gutiérrez del hijo de la
señora Pastora, ella transita en un ir constante por lo que queda de la que fue el pasillo de la casa vieja con sus muñones negros que le sacan un silbido al viejo piso a su paso.
Están de moda Los Ángeles Negros y el disco de lámina amarillo da vuelta y vuelta en el
Monovox, aprendo a jugar con el naipe español, mientras repito una y otra vez “soy el Rey” o “cómo quisiera decirte”.




V.

Estruendo de parabrisas rotos y gritos,
la camioneta Studebaker de los Corrales
se vuelca en la esquina frente a la casa a eso de la una de la madrugada de un domingo.
Le preguntan a mi amigo Óscar si está bien
él dice que “como tuna”.


VI.

Los Domaica nos visitan
tienen un hermoso station wagon más
moderno que el del Cura Mariano.
Hablan maravillas del sobrino nieto mío en
segundo básico que tiene mi edad y se llama
Esteban y estudia en el San Ignacio de Santiago.
Al irse Nicanor, el dueño del Afamado bar restaurant Monterrey ubicado a pasos de La Moneda,
me deja una pequeña fortuna un billete grande
con el serio rostro del Presidente Balmaceda que alcanza para muchas revistas y caramelos Ambrosoli.


VII.

El único pretendiente que le
conozco a la tía Julia se llama Aliro
y tiene un Chevrolet 51
viene de la capital a visitarla.
Salimos a pasear hacia el campo
conozco Las Pataguas y otros destinos
que desde siempre poblaban mis oídos.


VIII

La Ñeca nos trae las sábanas limpias y muy bien planchadas,
llega de tarde apuradita entre tantos
de sus afanes.
La Peta es una viejita encorvada, llega de la Esperanza o El Rosario
invariablemente no importando la estación del año
con su abrigo café y su libreta del seguro y pasa a ver a la
Señorita Julia que le ayuda en los trámites.
Nos deja unos huevos muy apetitosos.
La mamá de la Teresa, vestida a la usanza antigua de trenza tomada a la cabeza,
recorre el pueblo ofreciendo sus quesillos.
Son ellas huellas que me recorren.


IX.

Mi tía y mamá se hacen amigas del gobernador del gobierno de Frei,
se llama Mario Céspedes. El Pato, el hijo del medio, me pregunta qué “mina” me gusta.
No sé qué responderle porque no conozco ninguna.
Después caigo que la interrogante es por una niña.
Se casa la hija del tío Mario y como es ex militar viene una banda del regimiento de Rancagua a tocar
al interior de la iglesia, es algo nunca visto ante en Peumo.


X.

Mi hermano Tomás me invita
a almorzar a un elegante restaurant del
centro de Santiago.
Por primera vez como un lomo en su punto.
Me impresiono
nunca he visto un pedazo de carne tan magnífico en un plato a disposición, mío,
Después me lleva al lujoso Cine Gran Palace
Y vemos Oliver Twist.
Conozco la pensión de la calle Brasil
donde vive.


XI.

De paseo por Santiago, mi hermana Marisol
me lleva al Estadio Nacional. Es lo máximo
es mi primera visita “al coloso de Nuñoa”, a ver un partido del “U”. Es el debut del “flaco” Jorge Américo Spedaletti y Palestino. Nos derrotan tres por uno.
Es reunión doble, de fondo el Colo con el “loco” Araya, chamaco Valdés y Caszely haciendo de las suyas.
Le gana dos por uno al Magallanes con su alegre bandita que pesar de la desafinación de su equipo no deja de tocar hasta el pitazo final.
Conozco el Zoológico del Cerro San Cristóbal y veo “2001 Odisea en el Espacio” en el Cinerama Santa Lucía.


XII.

Mi tía manda a reparar la vieja y abandonada bicicleta Bianchi aro 26,
que por tanto años se lo pasó abandonada en la trastienda.
De un rojo reluciente, con patente y luces,
es el gran regalo de pascua.
Disfruto intensamente al andar en bicicleta por la plaza o por la
larga y sinuosa arteria central del pueblo: Walter Martínez.
Ya me siento grande
mis dominios se extienden más
allá de mi pequeño feudo casero,
“hasta el infinito y más allá” de las
calles y caminos de Peumo.


XIII.

Gran acontecimiento: con mi tía
nos vamos a Viña del Mar de vacaciones por una semana.
Partimos en tren desde la Estación Mapocho.
Alojamos en una hermosa casa antigua convertida en pensión.
Por primera vez como churros,
conozco la Quinta Vergara y
navego por la bahía de Valparaíso en el barco de nombre “Argonauta”.
Mi tía me toma del brazo y exclama para nosotros “aquí va el inglés y su señora”.


XIV.

Llegó la televisión a Peumo.
Mi tía saca cuentas para ver si le alcanza para sacar a cuotas un receptor.
En la Casa Piñiero los niños vamos a ver el alunizaje del Apolo XII.
Y mi tía ha encargado un Phillips 23 pulgadas, ya está puesta la antena que atrapará la señal 3.
Pero la altísima demanda no permite que llegue el ansiado aparato.
Mi impaciencia me traiciona y en uno de los reiterados llamados a la tienda
“Aló digo, habla el hijo de mi tía Julia, ¿habrá llegado el televisor?”.


XV.

Las viejas seriales al comenzar las trasmisiones.
Los dibujos animados preferidos: Kimba, Meteoro, Shazan.
“El tiempo” con Willy Duarte, Bronco, Área 12, Patrulla Juvenil
77 Sunset Strip, Amor a la Americana, lo que venga hasta la carta
de ajuste mis ojos devorarán y los de los niños que sus padres no pueden adquirir esos inmensos aparatos. Se ponen tras nuestra ventana de living a mirar embobados.


XVI.

El tifus me deja por muchos días en cama,
me entero del terremoto del Perú. Al otro
día veo por TV el debut de su selección en
México 70 y me emociono al ver cómo dan vuelta el resultado del partido
contra Bulgaria, a punta de las jugadas de la dupla Cubillas-Sotil.
Se organiza una campaña solidaria con los damnificados, se logra
casi llenar el Estadio Nacional a la hora que se trasmitía vía satélite
a nuestro vecino país.

XVII.

Óscar mi gran amigo se traslada a Iquique y me deja
De recuerdo a un cachorro hijo de su perra,
Al que llamo Bambi es un quiltro café y de ojos muy alertas.
Un día le atropellan una pata, me ve tan apenado
Que trata de caminar normalmente.


XVIII.

Después del tifus,
voy por un tiempo al Colegio El Salvador
de San Vicente,
pero me vuelvo a enfermar.
Y para que no pierda el año me vuelven a
la escuela de siempre.
El profe Cataldo tiene una innovadora
forma de distribuirnos de acuerdos a las notas,
como llegó tan perdido estoy de los más alejados.
Al pizarrón junto a los candidatos a la repitencia.
Al final del año termino en el sexto lugar.


XIX.

Juego ajedrez con el Doctor Valdivia,
a veces hasta le gano.
Con el Doctor Urrutia no hay caso,
solo una vez le logro empatar.


XX.

4 de septiembre de 1970,
mi padre se emborracha disgustado por el triunfo de Allende.
Está desconsolado en el Fundo de los Ortega,
les confiesa que teme por lo que le puede ocurrir a su hija Marisol
furibunda militante socialista.





XXI.

Conmoción en Peumo.
El Ministro de Agricultura Hugo Trivelli
Baja de un helicóptero en la cancha dos
del Estadio Municipal, viene
a entregarles el Fundo Codao
a los inquilinos.


XXII.

Todo comienza cuando logro copiar
un modelo de barquito de la sección “Haz tu juguete tú mismo”
de la revista Mampato.
Muy pronto encontramos demasiado pequeña la embarcación con mi amigo Tico,
construimos entonces unos acorazados de trozos de madera sobrantes en que unos clavos en diagonal se convierten en cañones.
La temporada de combates ha comenzado en la acequia.
Incesantes son los bombardeos aéreos desde el inmenso palto
cercano.


XXIII.

El Tren de la Cultura visita Peumo.
El acto es en la cancha dos del estadio.
Rolando Alarcón canta “Si somos americanos”


XXIV.

Francia Riquelme mi concuñada nos visita
es enfermera y muy guapa.
Nos acompaña a participar de un pleito
amistoso entre Los Municipales y el club deportivo
de la Polla de Beneficencia.
Un ex churumbel de España está muy entusiasmado
con nuestra alojada así nos retiramos antes de que los
“olés” pasen a mayores.


XXV.

Terremoto, la casa se remece entera.
La escalera de madera de 16 escalones baila debajo de nuestros pies cuando con mi madre huimos a ponernos a salvo.
La ampolleta de 400 watts que mi tía pone para tener buena luz para
tejer explota con estruendo, se hace la oscuridad en el living.
Y al rato nos enteramos de que el epicentro fue en La Ligua una
vez más.


XXVI.

De vez en cuando,
los clubes profesionales visitan nuestro Estadio Municipal
Jugando al tranco golean ya sea al “Peumo”
o a la Unión Veterana.
Una de esas veces viene Green Cross Temuco que está jugando
la liguilla para definir el campeón en la capital.
Con su saludo oriental de ofrenda y sus jugadores todos con bigote,
el resultado es a su favor, cinco a cero.
La banda municipal entona una cortina festiva
a cada gol.


XXVII.

Los “matacos” viven en una choza en medio
de una quinta a metros de la cuidada plaza.
Es común escuchar la pelea de la pareja a gritos
ininteligibles por lo borrachos que están.
El “mataco chico” va a la escuela a pata pelá y siempre con la misma
ropa.
El “mataco” camina altivo por las calles principales,
sonriendo deja ver su único diente.


XXVIII.

“Es más tonto que el hijo de Patito”,
decimos cuando queremos referirnos a un cabro
poco avispado.
El hijo de Patito traslada en el triciclo de carga todo los días a su padre
que tiene ciertas dificultades para caminar.
El kiosco de Patito se ubica camino de la escuela, tiene esas apetecidas golosinas que vienen tan bien después de la clase.
A eso del mediodía el hijo más grande de Patito que es muy cojo
se balancea con la vianda que trae la comida de su papá.
El hijo de Patito siempre al lado de su padre tiene las mechas tiesas, unos tremendos ojos, desde donde nos mira sin comprender cuando escucha decir de otro que “es más tonto que el hijo de Patito”.


XXIX.

La profesora de música Irma Aldunate
me pide que llevé mi Stereovox RCA y los discos de
música clásica de Tchaikovski (que ya puedo tararear) a clases.
Paso con siete el ramo.




XXX.

Reuniones masivas para tomar
acuerdo sobre la marcha de la Revolución con empanadas y vino tinto.
Se convocan en la glorieta de la plaza y la Marisol se lleva nuestro disco de la Cantata Santa María para ponerla a todo volumen
a la espera de reunir a la gente.
En la escuela nos dan el medio litro de leche
y las chicas de séptimo cantan a coro “y mira la batea cómo se menea el agua en la batea”.
En la tele muestran al presidente martillando en la construcción de una mediagua en los domingos de trabajo voluntario.


XXXI.

La Marisol me regala el disco In a gadda da vida
me dibuja el símbolo de la paz
en una polera.
Me dejo el pelo largo, me siento algo así como un mini hippy.
Con mi tía Julia nos intoxicamos con queso de cabra que nos regala la doctora Weiss, pasamos el año nuevo en el hospital. Mi tía se molesta cuando le preguntan su edad y se quita una sota, muy altiva ella.
La Marisol con el Flaco su pololo nos vienen a acompañar.
En el sur el Volcán Villarrica está de erupción.


XXXII.

En Curicó ha muerto la tía Zoila.
Mi tía prefiere quedarse conmigo en Peumo y no
vamos a los funerales.
Es verano y vemos en la TV una serial yanqui muy chistosa.
En el segundo piso se escuchan unos pasos muy sonoros
como los que yo mismo hacía para llamar la atención.
Cuando subimos a acostarnos
los objetos arrimados a la pared del librero están caídos.
Siento el frío súbito de lo inexplicable.


XXXIII.

Veo en la tele a Sarnari hacerle un gol de palomita a Universitario de Lima por la copa Libertadores,
qué golazo, lo celebro como si fuera una revelación divina.


XXXIV.

Nos hacemos amigos con el Mario Achurra,
el sobrino del Gobernador socialista.
Así que ahora me lo paso en la Quinta Santa Teresa.
De ahí partió el boom de la fruta con árboles plantados por su abuelo.
Le disparamos a las tórtolas y a las codornices.
Le gano al ajedrez una y otra vez
y hablamos de la Analía, la Lucy, la María Elena, por supuesto de mi idolatrada, la Betty.
Tardes interminables escuchando el programa “Alto Voltaje” en la Chilena,
y con la tía Carmen entrando y saliendo de sus reuniones con la mujeres de los Centros de Madres o yo tratando de convencer a Mario de que me acompañe en bicicleta hasta el otro extremo del pueblo, al fundo Sofruco
a ver a mi amor imposible, la Betty Chávez,
que solo tiene ojos para el Manuel Cabello.


XXXV.

Soy el arquero en la tercera serie de baby-fútbol de mi curso,
tenemos un desafío contra los de la Escuela de Las Cabras.
Me arranco a jugar sin permiso,
pues no me lo van a dar, porque no vamos acompañados de un profesor.
Nos vamos en el camión tres cuartos de la muni. Voy muy contento de mi osadía.
Obtenemos un luchado dos a dos y
tras el partido las niñas nos han preparado una recepción con
bebidas y sánguches.
En la revancha en Peumo les ganamos
por dos a uno donde soy figura del partido a punta de
recibir unos cuantos pelotazos.


XXXVI.

Adelanto mi cumpleaños al día de San Andrés,
el treinta de noviembre para
que pueda venir mi amada Betty.
Mi tía y la Yamila se  esmeran en arreglar
el parrón,
va a ser con baile.
Tengo mis discos Capissimo y los long play de Leonardo Favio y
los de The Guess Who.
Mario llega de terno blanco lo que llama la atención entre los grandes,
aunque nosotros no por su apodo de “jinete fantasma” que se ganó por lo
pegado que estaba con esa historieta.
Jugamos al corre el añillo, mala suerte la mía.
No me toca la Betty, sino la rubia Isabel Palma una de las hijas del alcalde
que siempre me anda buscando con la mirada y a la que ya he besado.


XXXVII.

Vamos a ir de viaje de estudios al sur a fin de año.
Mi hermana tiene unos contactos en ferrocarriles.
Traemos una obra de teatro de un grupo de la Universidad Técnica cuyo actor principal
es un peumino.
Además tenemos el kiosco de la Escuela para juntar fondos.
Soy el encargado de los turnos casi todo el año.
Al final no vamos porque en el paseo del octavo C se muere un alumno ahogado
en el Lago Rapel.
La plata alcanza para un traje de baño y un bolso de viaje de tevinil blanco y azul.


XXXVIII. 

El cine ya no es lo mismo.
Desde que día a día aumentan
los televisores en las casas.
Pero el “Boxeador Chino” vuelve
a llenar la sala como antaño en la función de vermut sabatina.
Se escucha una exclamación de perplejidad
en la rápida escena de la violación donde se ve
una mujer desnuda y asustada al ser embestida
brutalmente por un hombre.


XIL.

De veraneo en Algarrobo.
El balneario en que se suelen ver Allende y Frei.
La casa es amplia y los días están radiantes,
por la noche nos  juntamos con unos amigos
que son muy momios y que dicen que me gusta la Miriam Makeba que se
presenta con su “Pata-Pata” en el festival,
porque colecciono los fascículos de la Enciclopedia Flora y Fauna.
Una mañana acompañamos Jaime, la Claudia, yo y Marisol al Flaco que bucea en la playa de las Cadenas,
 al rato ensarta con el arpón un inmenso lenguado que nos peleamos por llevar orgullosos por la calle central del balneario.
Lo comemos asado al palo y es una delicia.


XL.

“Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así”.
Ensayamos su presentación con las pintas más alodadas  
que disponemos.
Pero la dirección no encuentra apropiada la coreografía de
ocho parejas bailando un lento apretado, así que no hay número de Música Libre
peumina en el aniversario de la escuela.


XLI.

Partimos con Mario en bicicletas, raudos a ver a la Betty,
pasada la Comisaría se viene encima un
tractor con acoplado,
aplico los frenos de la rueda delantera,
pierdo un pedacito de colmillo y quedo mareado con el golpe.
Pero continúo mi camino a ver a mi adorada.


XLII.

Betty pasa por mi casa a ofrecerme ponerme al día
en la materia de matemáticas,
me sorprende mucho que haya notado mi ausencia de clase.
Por mucho tiempo guardo
ese cuaderno con unas pocas hojas escritas con su prolija letra como un
documento probatorio de que yo para ella existía.