sábado, 19 de marzo de 2011

EL REENCUENTRO. MARISOL BRAVO

Aunque este cuento ocurre en los vericuetos del inconciente, une a dos hermanas peuminas. lo comparto hoy cuando hemos dejado las cenizas de Loreto en su amado lago a los pies del volcan Villarrica

El reencuentro
Tuve que  viajar de urgencia a Temuco. La leucemia que mi hermana Loreto había derrotado hace exactamente un año atrás, se había apoderado nuevamente de su cuerpo y quería verme. Cuando la vi me sorprendí de encontrarla tan alegre y llena de vida. Su pelo era negro, corto y las chasquillas le caían sobre la frente, usaba los anteojos de marco transparente y estaba muy contenta. Se reía mucho.
Me dijo- Te tengo una sorpresa. Dormiremos en el jardín.
Qué! Y Jaime?- pregunté yo.
Tiene otras cosas que hacer, además ya hablamos y sabe que quiero estar sólo contigo. Ya le dije a la señora que nos hiciese la cama allí. No me extrañó lo de dormir afuera. Las locuras de mi hermana daban para cualquier cosa. Era capaz de mover Santiago por una cebolla a las 4 de la mañana un día de Año Nuevo para hacerle un ajiaco a su marido.
Mientras esperábamos paseamos por su casa, que era blanca, de un piso,  paredes gruesas, y piezas grandes. Me pareció muy elegante.
Cuando la cama estuvo lista me pasó un piyama grueso similar al de ella y nos arrebujamos bajo el plumón. Conversamos de su inminente muerte, de cómo había pensado todo, y nos reíamos, y hablábamos del pasado común.  Ella me traspasaba su calor pues afuera estaba helado. De repente miramos el cielo. No había luna y el negro del universo estaba tapizado de millones de estrellas.  Mi hermana adoraba mirar los astros y era de las que me podía llamar en cualquier momento para que estuviese atenta a la conjunción  de tales o cuales planetas. Esa noche estuvimos observando especialmente la constelación de Orión y la Vía Láctea que estaban  justo sobre nuestras cabezas.  Y seguro que conversamos sobre la vida en otros mundos porque ambas estamos plenamente convencidas de eso.
Había un silencio sólo quebrado por una suave brisa que movía las hojas de los árboles. El jardín era muy verde pero se veía la casa de un vecino , también blanca, al otro lado del muro que tenía una `pieza prendida en un altillo en el tercer piso. De repente se apagó la luz y nos preguntamos quienes serían sus habitantes.
No recuerdo todo lo que hablamos esa noche, pero si fue una larga conversación y  un encuentro que a las dos nos alegró mucho. De repente tuve que ir al baño. Lo encontré y pasé a la pieza de Loreto y Jaime a buscar una frazada porque tenía frío. La pieza estaba desordenada porque casi toda la ropa de cama estaba afuera.  De repente sonó un celular que estaba guardado en una casaca de Jaime y se escuchó la voz de él fijando una reunión con alguien. Pensé. En alguna parte de esta enorme casa está. Salí nuevamente al jardín con un cubrecama preocupada porque me había demorado mucho y sentía que perdía un tiempo precioso.




En eso, escuché al gato que quería salir de la pieza y antes de volver a la cama, pasé  por el closet y busqué un chal que puse sobre la cama porque tenía frío. Me arrebujé al lado de Uge y di infinitas gracias  al inconsciente que me permitió  anoche encontrarme con mi hermana y que de repente me trae a viejos amigos y familiares a visitarme.
Santiago, 7 de marzo de 2011