El recorrido visual de esta exposición considera fotos de Claudio Castro en los años 60 del siglo pasado, muestra de ello, la foto en la imprenta del “Progreso de Cachapoal” los convocados a esta, por casualidad o afinidad son los Reyes uno auxiliar de la escuela otro funcionario de correo Daniel Avilés, Gasfiter y mecánico especializado en motos el casi eterno tipógrafo, Gustavo Fuentes,el director del periódico y el operador de la proyectora del teatro municipal de apellido Castro . La irrupción del obturardor pareciera hacerse parte de un encuentro en donde se conversa de la cotidianidad de realizar un oficios de iniciado, que los simples usuarios demandantes nunca llegan a entender.
Las tribunas del Estadio Municipal la foto en Blanco y Negro de la autoría de Claudio Castro nos remite probablemente a un día domingo de invierno en que la Unión Veterana nos representaba en la Segunda División del Regional Zona Central. La participación del equipo guata amarilla era seguida con fervor, los rivales era Chiprodal de Graneros, Comercio de Buin, Unión Coya, Deportivo Teno.
La foto actual muestra mayor colorido e hinchismo, lo que demuestra que Peumo no escapa a lo que pasa en resto del mundo a lo menos en lo que fútbol se refiere.
El “ Mataco” y su familia son en los años sesenta y principios de los setentas, personajes que a cada rato vemos por las calles del centro. La foto lo revive tal como lo vimos tantas veces con esa mueca al borde de una risita nerviosa, con esa gentileza del embriagado que nos solicita algo “con todo respeto” que más que respetarnos, es una invitación a que contribuyamos a que pueda seguir viviendo su propia existencia, así tal como se nos presenta, pues ese su honesto destino. En otra de sus debilidades con un pucho conseguido por ahí, nos mira con cierta superioridad ahora más decididamente sonriente y al verlo quizás dudemos de su desgracia o nos veamos obligados asumir que la inocencia y la capacidad de disfrutar lo que se tiene el momento es un privilegió que se da en ciertos espíritus, donde no importa la condición social, intelectual.
“Panchito Pistola” estás en tu salsa animando quizás una fiesta de la Primavera de esos años de censura, prestándote para sacar risas de la multitud en donde para ti son todos tus amigos; conciente que te están inmortalizando te preocupas de no perder la compostura que recuerda tu paso señorial con tu vestimenta a la usanza de un agente secreto, manos en lo bolsillos, protagonista de una historia de fotonovela jamás registrada, que va una y otra vez por W. Martínez o Vicuña Mackenna o te ubicas en un lugar privilegiado en los partidos domingueros o los actos cívicos. Amigo de los niños más bien silencioso, quizás nadie tuvo palabras para ti cuando nos dejaste y sin embargo ahora que te volvemos a tener frente a nosotros nos damos cuenta que a veces es tan fácil olvidar lo querido.
Nuestro Zamorano “el flaco” de ser un ordenado estudiante de la Escuela Mixta N° 1,paso a trabajar de repartidor en el Triciclo de la tienda... siempre sonriente, lo vimos después tocando la guitarra eléctrica cada vez más ido y rockero y por ahí se nos fue yendo del día a día y nos acostumbramos a verlo alejado de las grandes y pequeñas preocupaciones que la gran mayoría tenemos. Te invitamos a esta cita por que estas aquí entre nosotros..
“El cartero llama mil veces” así podríamos definir a quien desde que tengo uso de razón a recorrido palmo a palmo las calles. Infinitud de cartas y pequeñas encomienda que paralizaron nuestro quehaceres y nos pusieron en sintonía con un ser querido que desde la distancia cumplía la promesa de recordarnos. El cartero, un personaje con el que cuidábamos estar siempre en la buena y que en nuestra urgencia por saber de alguna respuesta urgente o algo muy deseado no lo mirábamos de buena cara cuando pasaba de largo, siempre con ese mismo ritmo arriba de su bicicleta que permite un frenar pausado por nuestra casa sin novedades para nosotros. Sus años de servicios sin duda debieron constituir un record silencioso que aun hoy nos acompaña al no verlo pasar haciendo su tarea.
La de ella nos conmueve desde el fondos de sus ojos claro, siempre con su fiel compañera la escoba nos ofrece su servicio por una par de monedas y también los ofrece gustoso al párroco para asegurar la limpieza del recibo externo de la iglesia ante de la misa de resurrección, entonces barre ensimismada por un coro que nos recuerda el sagrado luto, se esmera “es que este es un favor para el de arriba” parece decirnos con su siempre habladores ojos. Otro día maldice su suerte y en voz alta asume la orfandad del que no tiene propiedades tangibles que lo hagan respetable es la ... que le dirá a Pablo cuando sepa que esta aquí.....
Los Cambios.
En estos 30 años se han modificado ciertos lugares claves de nuestra comuna partiendo por nuestra principal punto de entrada y salida hacia la Capital , el puente Peumo en la hoy llamada “carretera de la fruta”. La foto que apreciamos vemos la línea del ferrocarril la garita ferroviaria y la línea férrea y el puente ferroviario unica vía por entonces para continuar hacia San Vicente, la estrechez del camino aun no pavimentado nos recuerda como nuestro Gulutren constituía una puerta que hacía a nuestra comarca particular por su clima propicio para frutales y nos señala nítidamente una frontera con nuestros vecinos. El “camino de fierro” nos trae hacia la Estación con el tren en el andén rumbo a Las Cabras. Aquí se establece una nueva división entre los peuminos los que recordamos el paso del tren y lo que ya no disfrutaron de los acontecimientos que este medio de transporte causaba. Los domingos nos poníamos elegantes y partíamos a esperarlo al mediodía, también iba la banda municipal tocando sus alegres temas. Todos los días a eso del 7:10 de la mañana pasaba rumbo a San Fernando cercano a las 12 regresaba a eso de la 14:50 pasaba de vuelta y finalmente con 20:50 lo veíamos pasar rumbo a Las Cabras. Las películas del cine, las encomiendas, el correo eran parte también de este ir venir de nuestro ramal que un día a finales de febrero del año 1979 se quedo para siempre en los viajes de nuestro recuerdo.
Otra diferencia entre pasado y presente es que el único servicentro en Peumo estaba unicado en le frontis de la Ferretería de Antonio José , el paso de camiones y automóviles pasaba por el pueblo y no se habla de la carretera de la fruta sino del “ camino nuevo” que era poco utilizado por cuanto no había pavimento. Uno de los Rojas era el bombero y nos abastecimos de parafina en tarro de desecho de aceite de automóviles y de camón. También a la altura de Codao se vendía combustible pero solo corriente y petróleo.
La desforestación de la calle Vicuña Mackenna se llevó una buena porción de ese encanto que tenían sus veredas quebradizas productos de la irrupción de la raíces y esa amable y resfrescante sombra de oasis en medio del verano agobiante. Cuanto recuerdo de apurado pasos para llegar a la escuela a tiempo o del pase del trailler que de Sufruco traía los estudiantes a la escuela, o el feroz paso del viento por sus ramas en los temporales de invierno que no hacían sentirnos tan pequeños e indefenso o el paso presuroso de la niña vestida con a la usanza de las devotas de la virgen de Lourdes que nos invitaba a participar del camino de la virtud.
Nuestros orgullos
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