miércoles, 8 de diciembre de 2010

La carretera Peumina

La Carretera Peumina.
  Las casas, los caminos y los paseos desgraciadamente son tan fugitivos como los años   ” citado en “Cosas Mínimas “ de Pedro Gandolfo.




I.


Desde la vivencia del peumino, la entrada o salida principal de la comuna esta al superar la zigzagueante curva a la orilla del río Cachapoal, para unos metros más allá enfrentar la  bifurcación del camino hacia la izquierda que va por la cuesta de Idahue hacia los pueblos de Coltauco, Doñihue, para llegar a  la capital regional  Rancagua  o seguir en dirección a la cordillera, por la hoy bautizada “Carretera de la Fruta” y cruzar el puente sobre el río Cachapoal siempre acompañado del imponente  y hoy en desuso  puente ferroviario que data de finales del siglo XIX..

Esos caminos llevan a las ciudades más importantes, a donde va parar la producción del valle, las esperanzas de salud de los enfermos o los sueños de triunfar en  la vida de los jóvenes, las visitas a los seres queridos. Las otras dos,una de ella también utiliza un puente sobre el mismo río y comunica con la vecina Pichidegua y el otro pasado la cuesta de La Cornellana límite de la comuna con la vecina Las Cabras y más hacia noreste la rivera del Lago Rapel.








II.

Fue la llegada del ferrocarril ese lejano día del 8 de mayo de 1892,  lo que vino a consolidar la categoría de principal de este paso, lo que ya venía produciéndose a partir de la llegada de este medio a Pelequen en 1862. Con anterioridad, y así lo recuerda el pequeño barrio de la entrada hacia la costa “las Puertas de Peumo”, el antiguo camino del “centro”, ruta colonial que avanzaba según el trazado de los cerros era la ruta principal hacia los lejanos destinos de entonces Rancagua, Santiago. Tomás Lago, en su famoso libro sobre “El Huaso”, nos señala la fuerte vinculación que existía entre las haciendas, villorrios y aldeas de la antigua del valle central entre Aconcagua por el norte y el río Cachapoal.

Por ese camino, llegó el Intendente Vicuña Mackenna en 1874, el mismo año en se  decreto su  existencia  como villa. Sin duda la visita más ilustre de un servidor público a la comuna en ese siglo. Gracias a su gestión, en años posteriores se trazó el camino como actualmente lo conocemos entre Peumo y Las Cabras.






III.

Esos primeros kilómetros viniendo hacia Peumo, parten por lo que alguna vez fue el “balneario del rió”, ahí a metros de las esclusas de los canales que extraen el agua del  riego, frondosos sauces permitían capear la fuertes temperaturas. Recuerdo que en mi infancia muchas personas se aventuraban a pasar largas tardes campeando el calor, donde no faltaba el consabido cocaví. Las reiteradas subidas y cambios de curso del “rio loco”, terminaron con lo que llegó hacer algo así como la playa de nuestra comarca. Recuerdo unas fotos de los años cuarenta de mi tía  julia y sus amigas que parecen disfrutar de la estadía en un balneario de renombre.  


IV.

Antes de la inauguración del puente carretero en las postrimerías del gobierno de Pinochet, el puente ferroviario era compartido con los vehículos hasta el año 1982 cuando se levantaron las vías del ramal y se tenía que pagar peaje. Finalmente desaparecido el tren, se asfalto y se instalo un semáforo para el paso regulado de los vehículos.

La barrera del peaje, la torre de señalización para los trenes, fueron sin duda un límite a cruzar. Traspasar el puente con la obligada detención a pagar el peaje y esperar a que pasara imponente el convoy o vehículo, que  pasaba por los durmientes, en un traqueteo pesado  que  a medida que se acercaba terminaba por opacar el sonido permanente del  torrente de agua unos metros más abajo,  y que más de alguna vez se interrumpió por un neumático reventado.

Al pasar la curva, el cambio del paisaje respecto a lo que se puede ver antes del puente, ahí a la izquierda estaban en su esplendor siempre ordenado los naranjales y limoneros, a la derecha el cerro que se extiende en un solo cordón por unos siete kilómetros ininterrumpidos, pero que su primera prominencia se llama “del capitan”. Hace años se fabricaban ladrillos en un extenso terreno baldío, quizás como una sinuosa continuidad industrial  de  lo que fue la Fábrica de  Papel que alguna vez existió en los dominiso de los  que hoy se conoce como el fundo “El Molino”.






V.

El “camino nuevo” se le decía en mi tiempos al discontinuado y ancho camino de ripio que cada cierto el tiempo, el “Progreso de Cachapoal” anunciaba su pronta pavimentación hasta Las Cabras. Así que antes de su recto trazado  el paso de los vehículos era por  un camino estrecho que pasaba por el fundo La Granja y que iba dar al barrio de Cancha de Carrera.

En mis años infantiles ahí comenzaba el pavimento y salvo para las fiestas patrias las cerca de 15 amplias viviendas constituían un hermoso conjunto en torno a lo que lo que en décadas anteriores había sido una de las canchas de carrera más reputada de la provincia, en donde las amplias casas semipatronales convivían con otras más pequeñas, en donde se ejercía la prostitución y había diversión alcance de los varones que iban atraídos por las apuestas a las carrera.



VI.

Hoy todo el tráfico sigue por la rectilínea carretera y muy poco logran entrever a los pies del cerro, el modesto campamento que va avanzando desde el montículo conocido con el nombre de La Cantera, receptáculo de los que no poseen medios para vivir en el pueblo, en ese paraje no urbanizado en donde pastan cabras, ovejas y uno que otro caballar. En un margen, en donde conviven parejas jóvenes que venidos de otros lugares apuestan a  que podrán salir adelante, en ese valle vecino en el que es posible encontrar trabajos por hacer.

Luego, se encuentran los servicentros por un lado y el Estadio Municipal por el otro, una de las mejores de la cancha de la región en sus “buenos tiempos”. La ausencia de otros escenarios alternativos en la comuna y el aumento de su uso han contribuido negativamente a su mantención.





VII.

En el entorno a la entrada principal de Peumo esta el restaurant en donde vive, la cantora popular no-vidente que le ha dedicado muchas melodías, décimas al aire perfumado de azares y los desvelos y alegría de la vida.    En vez de entrar al pueblo se puede enmendar hacia el Cementerio Católico    ubicado  contiguo al canal de de Cocalan y al Cerro La Cruz.

Ordenado, cuidado y muy visitado, el cementerio es lugar de reunión no solo para el primero de noviembre, el trayecto del camino de aproximadamente un kilómetro pasa por la amplia quinta presidida por la casa para siempre inconclusa de los Dionisios, en la vereda del frente se cruzan callejones y antiguas casas de adobe, después viene una pequeña subida y tenemos a la vista el orgulloso camposanto que se mantuvo ajeno de la separación de la iglesia de estado del Gobierno del Presidente Santa María. Hace unos  50 años la fiesta de la    cruz de  mayo  dejó movilizar a los fieles, pero el paseo al cerro La Cruz es una tradición para los peuminos, como ir a elevar volantines y comer asado el veinte de septiembre. Hoy la denominada “subida al cerro” de los directivos y socios del Club Deportivo Peumo, ilumina el cerro el último sábado de octubre, en una promesa echa ante el presidente club trágicamente fallecido en el año 1962. Una actividad que tiene algo de procesión y fiesta de encuentro, a la bajada del cerro se comparte junto un caldillo en la sede de la institución.

Desde aquí se extiende  quizás una las ciclovías más utilizada del país, hasta el final del paso de la  Ruta 66 por Peumo.



VIII.

Continuando nuestro viaje, hacia el final del poblado, los callejones nos llevan a hermosas quintas de paltos, a la medialuna y finalmente pasamos por la Capilla Católica de “Puertas de Peumo”  de ahí se extiende el inmenso paño continuo de viñedos de Concha y Toro, a la otro lado la propiedad del ex alcalde “Mito” Busmester y el fundo Sofruco que con sus dos serenazos del 8am y las 18am    marcan la vida pueblerina.



IX.


En los viejos tiempos de los Via Ruc, de las micros del “Cheno”, de los taxis de Angelito y su hijo, y el Cadillac del doctor Paredes, aquí comenzaba un camino calamitoso en toda estación del año, pero particularmente malogrado en los inviernos lluviosos.
Las casas de los antiguos inquilinos  lucen hoy muy bien mantenida y se ubican a la orilla de la ciclovía. Las bodegas del fundo Concha y Toro, se acompaña de una pequeña capilla de estilizada factura, hoy lamentablemente descuidada, también se ha cerrado el puesto de venta de vinos.  Cada ciertos metros vemos cada vez más palmeras chilenas que  vuelven a poblar el valle, un legado de don Recaredo Ossa, al llegar a Codao, podemos ver el cerro del vía crucis, sin mucha dificultad se alcanza la pequeña cumbre donde se puede tener una buena vista del valle,  a su pies la majestuosa casa hacienda y el camino a Pichidegua  protegido por un imponente Alameda. Además, Codao fue una estación de tren a la que confluían los viajeros que se dirigían a Las Pataguas, Larmahue y Pichidegua.  


X.


Más allá, un verdadero jardín de frutales no espera,   el Fundo La Rosa, su viña data de 1824 sus viejos edificios pintados de rojos desde siempre y los frondosos árboles que conviven con las casas de los obreros del fundo, hacen de lugar unos de los más hermosos de la comuna. un poco antes, lo que fue la hacienda Rosrio con una casa de aire mediterráneo y una capilla restaurada recientemente por sus actuales dueños, los Pavone que producen los reputados vinos Santa Ema, dan paso al pobladísimo sector de Rosario en donde se han encontrado sitios arqueológicos que nos permite conocer a peuminos remotos, para finalizar La Esperanza y la intricada y enredada  huella que es La Cornellana escalando trabajosamente la loma hasta subir el cerro.



XI.


Es un recorrido que atraviesa el esplendor del  generoso valle conocido por la calidad de sus mostos ( “Carmin de Peumo” por nombrar uno de los más renombrados de los últimos tiempos)   y sus frutas. Una belleza que se metaforsea según las horas que la transitemos, los meses del año y nuestra predisposición a la contemplación. Un camino nunca es el mismo, cada recorrido es único y el nuestro es una invitación abierta a participar del milagro de estar aquí, a través  de sentir el latido poderoso del terruño peumino.


No hay comentarios:

Publicar un comentario